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Narrativa

'Esta es tu casa, Fidel. La historia de un nieto de la Revolución'

'Era la primera vez que veía al premio Nobel. Si no recuerdo mal, la casa que Fidel le había dado era la casa número cinco de protocolo. ¿O era la seis?'

Madrid
Gabriel García Márquez y Fidel Castro, La Habana.
Gabriel García Márquez y Fidel Castro, La Habana. AP

Un día mi tía me recogió en su carro y manejando hacia la parte más bonita de La Habana me soltó: "Vamos a ver si Gabo nos quiere recibir".

Yo tenía unos quince años y todavía no lo había leído, pero sabía que hablaba de García Márquez.

Era la primera vez que veía al premio Nobel. Si no recuerdo mal, la casa que Fidel le había dado era la casa número cinco de protocolo. ¿O era la seis?

En Cuba se le llamaba "casa de protocolo" a unas mansiones inmensas que fueron expropiadas a los que eran sus dueños en el gobierno anterior. Ahora Fidel las usaba para sus amigos extranjeros, personalidades de la cultura o políticos que venían de visita. "Casa de protocolo", "coche de protocolo", "cualquier cosa de protocolo" se refería a algo lujoso que servía para agasajar a alguien que iba a hacer algo bueno por la imagen de Cuba ante el mundo.

El coche de mi tía, que era periodista e iba a la caza de una entrevista, subió por la entradita de la mansión, que tenía una palma real. Mi tía tocó la puerta y a los dos segundos abrió el hombre, el Nobel. Con un traje deportivo gris, su pelo canoso, su bigote. Todo en él tenía una pátina gris clara. Yo no tenía idea de lo importante de su obra y sin embargo me quedé extasiado por la luz que emanaba ese ser humano. Te encantaba a los dos segundos.

Era un tipo que se movía con la confianza que da saberse la persona más importante del salón y era consciente de la atracción que ejercía en la gente. Campechano, lograba que sus palabras tuvieran un dejo musical y sonaran a algo fundamental para tu existencia.

Pasamos a la casa. Estaba desayunando con su mujer, Mercedes, y con dos hombres que parecían agentes de la Seguridad del Estado. Había un ambiente tenso porque la noche anterior había estado ahí Fidel y se le había quedado la pistola.

La presencia del Nobel en La Habana se debía a la visita del papa Juan Pablo II a la Isla. Gabo, mi tía, Mercedes y los dos policías de paisanos estaban sentados a la mesa. A mí me habían tirado a un lado, en una sillita, en una esquina, como un niño castigado.

Mi tía le dijo que venía a preguntarle su opinión sobre la histórica visita. Gabo enseguida contestó que no iba a conceder entrevista alguna. A cambio, y como para ponerle buena onda a la cosa, agarró mi silla y me sentó bien cerquita. "Aquí a mi lado estás mejor", dijo.

Cuando se acabó el desayuno y se fueron los policías, García Márquez y Mercedes nos invitaron a pasar a un cuarto muy blanco donde había un sofá y un televisor. Ahí nos pusimos a seguir la visita de Juan Pablo II en Cuba.

El papa venía, entre otras cosas, a hablar de los presos políticos y a tratar de restablecer las Navidades en la Isla.

Yo me hacía el que miraba a la pantalla, pero estaba hipnotizado por ese señor que se estaba quedando dormido a mi lado. Mercedes le daba con el codo para que no hiciera papelazos delante de nosotros. Él hizo un par de bromas y siguió dormitando.

Al rato nos acompañaron a la puerta y nos fuimos. Salí tan fascinado que me pasé días hablando de esa especie de Santa Claus sin barba que usaba unos mocasines grises como de arzobispo. Me había fijado en que los llevaba sin medias.

El Gabo, durante todas sus visitas a la Isla, fue regalando algunos de estos mocasines a varios amigos. Era curioso encontrarte a un ministro o algún personajillo de la jet set comunista caminando por las calles de La Habana con los zapatos del Nobel y tratando de imitar algunas de sus excentricidades.

A los pocos años volvimos a coincidir. Él impartía un taller de relato en la Escuela de Cine de San Antonio de Los Baños. Una amiga de mi tía me invitó para que fuera de oyente, no podía participar. Otra vez estaba alejado, en una sillita. Solo podía observar, escuchar y callar.

A los dos segundos de sentarnos en el aula, el Nobel, con sus inmensos espejuelos de pasta negra, nos miró y preguntó: "¿Quién tiene una buena historia?".

Levanté la mano enseguida, ignorando las advertencias. La asistente que me había invitado me clavó la mirada. Me paré como si fuera la oportunidad de mi vida y empecé a contar una historia larguísima, una película sobre un padre y un hijo que compartían la misma novia.

A los dos segundos perdí la atención de Gabo. Al parecer yo no paraba de mover los dedos para indicar que todo era "entre comillas". Por ejemplo, yo decía que un personaje era "malo", y hacía el gesto con las manos.

El Nobel me detuvo: "Ni una manito más".

En todo el taller no me recuperé de eso.

Poco después de que acabara, mi tía invitó a almorzar a Gabo y a Mercedes. Yo los esperé abajo para ayudarlos a subir. Llegaron en un auto negro de protocolo. Los saludé y los acompañé en el pequeño elevador. El Nobel no parecía reconocerme, a pesar de que nos habíamos estado viendo los últimos días.

En esa comida le escuché decir: "Yo he dicho en todas partes que estoy en contra de la pena de muerte, pero si no tomaban esta medida, los americanos estarían ya metidos aquí. Pero así de rápido". Y chasqueó los dedos.

Todos en mi familia lo aplaudieron y me mandaron al auto a buscar una botella de vino que se les había quedado.

No sé si me habían mandado lejos para hablar más tranquilos de política, quizá de algo que un joven no debía escuchar. Lo que sí sé ahora es que los tres jóvenes fusilados a los que se refería eran: Lorenzo Enrique Copello Castillo, Bárbaro Leodán Sevilla García y Jorge Luis Martínez Issac. Tres jóvenes cubanos que el Estado había matado el 11 de abril del 2003 por haber secuestrado una lancha. Tres jóvenes que lo único que querían era una vida mejor, que no tenían los privilegios que yo mismo tenía, que se movían por una ciudad bien diferente a la ciudad en la que se movía el Nobel. Tres muchachos que querían irse a vivir a Estados Unidos. Nada más.

La propia madre de Lorenzo Enrique Copello luego contó que no le dejaron ver el cadáver del hijo. La madre de un fusilado, sin derecho a despedirse.

No sé si el Nobel se sabía el nombre de los fusilados. No sé si después, por la noche, le era fácil poner la cabeza en la almohada.

Tiempo después lo volví a ver. García Márquez había venido a la Isla para estar en el Festival de Cine de La Habana. Estaba molesto porque Fidel no lo había recibido. Su amigo estaba ocupado y no lo había llamado. A la salida del evento me lo volvieron a presentar y él no acababa de recordar quién yo era.

En un momento le dijo a mi madre: "Tú déjalo que se equivoque cuantas veces sea necesario".

Al segundo se viró para mí y pinchándome con el dedo me susurró al oído: "Tú no te equivoques nunca".


Carlos Lechuga nació en La Habana en 1983. Guionista y director de cine, sus filmes Melaza y Santa y Andrés tuvieron grandes éxitos en Toronto, Nueva York, Rotterdam y Guadalajara. Ha publicado los libros En brazos de la mujer casada (Hypermedia, Miami, 2020) y, junto a Adriana Normand, Ni Santa, ni Andrés (Verbum, Madrid, 2022). Su más reciente filme, Vicenta B, fue estrenado en el Festival de Toronto. Este fragmento pertenece a Esta es tu casa, Fidel. La historia de un nieto de la Revolución (De Conatus, Madrid, 2024).

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23 comentarios

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Se ve que tenía a alguien, en este caso a la tía porque leer esto es bastante petulante. Tampoco el pobre venderá mucho porque por la ley del marketing causa repulsión ya desde el título.

Profile picture for user pim-pam-pum

¿Así que según el Nobel si no fusilaban a los tres infelices aquellos, los americanos se iban a meter en la isla?
Como escritor sería muy bueno, he leído algunos de sus libros, no Cien años de soledad, y me han gustado aunque yo sigo prefiriendo al peruano, pero como persona creo que dejó bastante que desear, él no era ningún estúpido y sabía perfectamente que F.C.gobernaba con mano de hierro y aún así prefirió seguir siendo "su amigo".

Hay cierta estudiante de guiones de esa escuela de elegidos e hijos de papá en su mayoría que el " Gabo " la atendía personalmente...

He leído este relato con gran interés, como la mayoría de los foristas. Interesante la experiencia de adolescencia del Sr. Lechuga, quien por lo visto disfrutaba de enormes privilegios en esa Cuba del período especial, al parecer muchos familiares suyos tenían cargos e influencias con los miembros de la cúpula gansteril que desgobierna Cuba. Habrá hecho su examen de conciencia, sabiendo que tantos de nosotros sufríamos represión y penurias extremas mientras él se codeaba con la crema y nata intelectual oficialista de Cuba.
En cuanto a GM, poniendo a un lado su talento indiscutible como escritor, no le perdono el haber sido uno de los propagandistas más grandes del castrismo, alguien que alimentó como nadie el romanticismo "revolucionario" cubano, justificando crímenes atroces como fusilamientos y prisión política, mientras disfrutaba en Cuba de una vida de rey acaudalado. Oportunista y necio como pocos, el cenizas en jefe lo exprimió al máximo, para desgracia de Cuba. Saludos

Basta leer este articulo y los comentarios de los foristas para comprender la complejidad de la vida de los "Cubanos en Cuba".Parafraseando se trata de "El Cubano en su Laberinto". Para los que somos cubanos, si hacemos iuna introspección honesta y un sincero examen de conciencia, estamos claros de lo que esto significa. De seguro cualquiera que haya vivido en un país con un régimen totalitario también lo entenderia.
Se dice que G.M intercedió por Ochoa y los de la Guardia...puede ser. También se sabe que propició la salida del pais de un despreciable escritorzuelo cercano a estos y que amedrentado ya no confiaba en la misericordia de sus amos. Nada de extraordinario teniendo en cuenta los personajes y las circunstancias. Favores que pide un bufón al soberano y pasan al anecdotario de sobremesa.
Pero estar cerca de GM era estar cerca del Poder, del Parnaso oficial, del Burdel de Lujo. Después ya llegará el momento de hablar mal de aquel al que reímos las gracias, o los pujos. Así es.

Luis, por ahi lei que el Don Fidel lo mando a buscar enseguida que metio presos a los Ochoa y La Guardia. Le metio un sermon para que no intercediera por ellos. Quien sabe en realidad lo que paso en aquellos aciagos dias del verano del 89.
Si es cierto que metio la mano para que dejaran irse al tal Norberto Fuentes. Un tipo deleznable.

Profile picture for user cubano libre

Pero cómo cualquier personaje de izquierda que pretendía vivir del cuento cubano, fué un gran oportunista que explotó al máximo al Cagandante en Jefe.
Sin embargo, a pesar que me prometió cursos de verano fuera de Cuba, siempre reconoceré que defendió a capa y espada la autonomía y libertad de expresión que pudimos disfrutar aquellos privilegiados cómo yo, los "refugiados" del ICAIC y la Sra. Ana J. Faya.

Para ser amigo íntimo de quien destruyó a Cuba, García Márquez debió ser tan miserable como Cagastro mismo, por eso en vida y muerto para mi siempre fue otra despreciable figura.

Profile picture for user cubano libre

Tuve la gran oportunidad de conocer a García Márquez y trabajar con él dos cursos de verano en la EICTV, mi labor era grabar el audio de todas las clases, con una pequeña consola y ocho micrófonos repartidos por toda una sala de clases, y dejar clara constancia de "las historias" que surgian de aquellos cursos que impartía GM, los participantes tenían que firmar varias cláusulas dónde aceptaban que el resultado sería propiedad de GM, no lo llamo "el Gabo" porque nunca escuché ese término para referirse a él, sólo lo usaba Fernando Birri ó Orlando Senna, verdaderos chupamedias de GM.
Conversar con García Márquez era toda una experiencia, un personaje muy interesante, pero petulante al extremo, llegaba con su "mono deportivo" alardeando" que había estado jugando tenis con FC, ó dejaba ver su pecho con todas las operaciones que había sufrido, aún me pesa no haber copiado aquellas grabaciones, porque aquellas historias inventadas por todos, incluso hasta yo partcipaba, eran mágicas......

Free cuban:
Gabo, es el apócope por Gabriel de uso en Colombia, para cualquiera que tenga el nombre de Gabriel, apócope que se ha tornado cuasi propiedad de este personaje real, que al igual que todos en este mundo tiene defectos y virtudes, después tuvo la suerte o la desgracia, el sabrá si fue suerte o desgracia, de convertirse en amigo de Castro I de Biran , la familia no se escoge, pero los amigos si, lo que no le quita genialidad, ni autenticidad a este Colombiano que honra a su país.

Profile picture for user errefejota

García Márquez fue servil y rastrero con la dictadura y eso lo devalúa como persona. Como literato, y según mi opinión, su obra ha envejecido bastante mal y volver a leer Cien años de soledad es genial para dormir a los diez segundos. Fue también un relaciones públicas de la dictadura como cuando convenció a Felipe González para que llevara a Meliá a Cuba para salvarle el culo al dictador. Y, desde luego, nunca levantó la voz contra los abusos que veía a diario en la isla.

Bueno el Gabo es simplemente un gran escritor, de buenas historias, en el idioma español me encantan Cien años de soledad y Amor en tiempos del cólera, lo demás son opiniones personales de los que de alguna u otra forma estuvieron en contacto con el, Fue " amigo " de Castro I de Biran, hasta el punto de ser blanco de sus atenciones como la de regalarle una mansión, que no era de su propiedad, hay que recordar que Castro I no fue dueño de Cuba, sino un dictador inútil y activamente verdugo de los cubanos, igual lo hizo con el Pintor peruano Guayasamin, le regaló una casa, hoy museo de Guayasamin en La Habana Vieja. Fuera de eso, a pesar de todo su obra dentro de lo real maravilloso es todo un homenaje a nuestra América y una muestra del talento del Gabo, que después de muerto no ofrece ningún peligro de seguirnos encantando con su modo de escribir.

Vale la aclaracion del moderador, pero caray que fragmento mas malo eligieron del libro para meterlo aqui. Esa narracion parece un informe sobre la actividad economica. El tipo vino, comio, se rio, se le fue un pedo, tomo vino, etc" No hay encanto en ese relato.
Del Gabo me lei varios de sus libros. El mejor fue el de 100 años de soledad. El resto son un poco soporiferos. Como cuentero era malisimo. Aunque era excelente en los reportajes periodisticos.
Adulon de Castro. Nunca escribio nada en su contra. Personalmente nunca me hubiese gustado conocerlo.

Yo me quedé como la Sra Ana.

Y yo comencé a leer y me aburrí. Ah, y no había otra foto del Gabo sin el esperpento cagandante?

Nos las pasamos mesmerizados por las Grandes Figuras, famosos o célebres como se prefiera, como si la sola mención de sus nombres, palabras o acciones fueran suficientes para dar crédito y valor a lo que nosotros decimos o hacemos.
Garcia Marquez escribía muy pero muy bien. Pero necesitaba para resolver sus problemas de un electricista , o de un plomero, de un médico o de un abogado, de un contador o de un cocinero. Y para hacer sus necesidades fisiológicas...pues lo mismo que tú y que yo.
¿Que nos obliga a que el trato no sea de igual a igual, sin genuflexiones humillantes? Cortesia si, servilismo no. Jesucristo habló de ello cuando se referia a los fariseos ostentosos. La humildad de San Francisco de Asis se recuerda mill años después.
De los políticos famosos mejor no hablar pues son junto a los serial killers y lo violadores de niños la fuente de las mayores desgracias de la Humanidad.

Dulce María Loynaz describió de modo extraordinario a Gabriel García Márquez. "Era un hombre insoportable y no hacía ningún esfuerzo para disimularlo", dijo la poetisa cubana.

Profile picture for user Ana J. Faya

¿Esto es parte de una obra más amplia, como una recopilación? ¿Es un relato en sí mismo? No sé qué quiere decirme sobre García Márquez ... o quizás sobre su tía y su familia ...

Profile picture for user Moderador

Al final de la ficha biográfica se lee: "Este fragmento pertenece a Esta es tu casa, Fidel. La historia de un nieto de la Revolución (De Conatus, Madrid, 2024)", y hay enlace a tienda online para los interesados en el libro.

Profile picture for user Ana J. Faya

Ok, gracias. No obstante….

Hay una entrevista con Lechuga en El Estornudo donde habla también del libro, se la recomiendo.